Vainilla Azabache, lo nuevo de Local Trendy

Si los opuestos se atraen, la nueva colección de Local Trendy es la prueba fehaciente de ello. Vainilla Azabache destaca por su estética, sí, pero también por el cúmulo de significantes que se unen para darle sentido a su narrativa. Se trata de regresar a la raíz, pero de una manera en la que se acentúe el lujo de lo mexicano, las texturas de su cultura y un efecto dominó que ponga de manifiesto los contrastes tan enriquecedores que nos rodean.

Sofisticación y sobriedad, fuerza y docilidad, erotismo e ingenuidad, la ecuación que conforman estas palabras que, en primera instancia, podrían considerarse antónimos, da como resultado la entrega ante los opuestos y la apertura hacia un mundo de sensaciones. El principio se mezcla con el fin creando un continuum, una nueva forma de entender que la dualidad es inherente en la vida, en el tiempo y hasta en la decoración. 

La luz y la sombra se hicieron presentes en Vainilla Azabache, dos colores que son presencia y ausencia, dos tonalidades que, en su diversidad, resultan complementarios. Dos tonos que se suman con la fuerza de un espectro protagonizado por una dosis de marfil y el potente negro. La tendencia en los eventos de pronto reinventada a partir del misticismo generado por la suma de ellos, por su resultado en lo palpable y su percepción en lo sensorial. Una experiencia que no deja, ni dejará, indiferente a nadie.

Las formas provocativas se convirtieron en el común denominador de esta nueva colección. A través de formas curvas, una propuesta de mobiliario modular y texturas cautivadoras, las tendencias en mobiliario dieron testimonio de su versatilidad y alcance en todo tipo de eventos. Las reglas existen y a la vez se difuminan en los eventos, esas celebraciones que son extensiones de personalidades, de esencias, de gustos y expectativas.

Vainilla Azabache juega con taburetes arcoíris, medios arcos que en sí mismos lucen fenomenales, pero que sumados crean una experiencia decorativa fascinante. El espacio como unidad se descompone para crear microespacios, serpentinas que invitan a la convivencia en un estilo sin precedentes. Una colección camaleónica que propone, suma, se ajusta y se contrapone con una estética fascinante.

El minimalismo cálido se materializa con esta propuesta creativa. No hay aglomeraciones, pero tampoco existen una atmósfera fría. Este estilo en particular invita a ser conocido y reconocido ya sea a través de la dualidad de sus colores, a través de sus formas circulares o irregulares, o a través de piezas que resaltan, pero que no se asumen como perfectas. La naturalidad y la elegancia sobrepuestas en una misma visión.

En ese mismo tenor, las mesas se convierten en piezas statement. Su presencia ya no sólo es funcional, sino que ahora son ellas las que configuran buena parte del espacio. Los objetos se vuelen obras de arte abstractas, las texturas hacen reminiscencia de las emociones a través de acolchados, capitonados alargados y efecto bouclé, lámparas como focos de atención, barras como centros de reunión, el efecto cantera como emblema cultural. Una atmósfera envolvente desde todas las perspectivas.

Vainilla Azabache entiende, desde su concepción, la metafísica, el poder de lo espiritual, el camino hacia un despertar absoluto. Más allá de la comprensión lógica y de los mundos espirituales, esta suma de dos fuerzas opuestas da como resultado una colección que juega con conceptos sin dejar de entregarse por completo al lenguaje de las formas. Los conceptos ya no son sólo eso, conceptos, sino relaciones que evocan al arte, a la moda, al estilo, a la línea en todas sus formas y propuestas. 

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